lunes, 18 de abril de 2011

Encantamiento 29, 2º parte: una virgen no es mucho precio por las “Puertas del Infierno”.

¡Dos personas! ¿Podían ser de los nuestros? No pude comprobarlo porque me distraje al ver que Kaila se acercaba con paso firme. Tenía la nariz, pequeña y picuda, arrugada por el asco. Se había hartado de mí.
-Podemos comprobar tu virginidad por las buenas o por las malas, tú eliges.
-¿Por las buenas...? ¿Estás de coña, eso existe? -intenté aflojar las cuerdas pero la magia en ellas me quemó. Oh, mierda.
-Ya has elegido -agarró con sus garras una de mis piernas para inmovilizarla y con la otra fue a quitarme la ropa.
-¡Para! -le gritó el cuerpo de Colyn desesperadamente (creo que ya sabemos quién lo posee).
Me retorcí en respuesta. Lena debe de estar en ese cuerpo, si ella no quiere que le quiten las bragas pues... eso.
-WTF?! ¡Espera, frígida! -insultarla no ayuda, lo sé, pero no puedo evitarlo-. ¡Sí que soy virgen, ¿vale?! ¡No he catado hombre en mi vida! -¿que no he catado hombre? Ya no sé ni lo que me digo
No me prestó atención.

-Con tu sangre podremos abrir las Puertas del Infierno y recuperaremos el control. Todo cambiara y seremos los dueños del mundo. Las cosas cambiaran a nuestro gusto –se recochineó en demoniaco pensando que daba igual admitirlo si yo iba a morir (típico error de malvado de película).
¿Las Puertas del Infierno?
Le di un rodillazo en lo que fue casi un milagro.
-Hija de.... -se apretó la barriga.
-¡La virginidad de Lena es solo asunto suyo, un poco más de intimidad, ¿no?! ¡¿No podríais ayudarme un poco?! -que lo estoy haciendo por el honor de Lena.
Uno de los guardaespaldas de Kaila gritó de dolor antes de caer completamente muerto en el suelo con un cuchillo en la nuca.
-¿Qué? -Kaila se distrajo un momento para intentar buscar al asesino escondido. Aproveché y volví a golpear: rodillazo y cabezazo. La garra de Kaila se soltó y rodé hacia el lado contrario del alta. Caí contra el suelo sin posibilidad de amortiguar el golpe.
-¡Gin! -la voz del-que-se-hace-el-héroe resonó con fuerza acompañado del sonido del metal.
Tras el altar no podía ver nada, pero estaba más a salvo.
No iban a poder con Kaila, ella era demasiado poderosa. Si no hubiera sido por la intervención de Cristofino, ella me habría matado en más de una ocasión.
Había hablado de las “Puertas del Infierno”, no podía ser. Las Puertas del Infierno no son otra cosa que el portal que separa la dimensión del Infierno de la de la Tierra. Pero están siempre cerradas y solo pueden ser abiertas por los altos cargos del Infierno, los demonios más poderosos; los que expulsan a los demonios impuros conocidos como  Repudiados. Busqué la conexión: los Seamair son demonios Repudiados desterrados del Infierno, tal vez… puede que hayan encontrado la manera de abrir  ese portal y regresar al Infierno. Podían no solo haber encontrado la forma de regresar sino cómo acabar con los dirigentes que los expulsaron y ocupar su puesto. El poder que tendrían sería…
Sinsei salió volando por encima de mi cabeza y se estrelló contra la figura de Jesucristo. Me encogí un poco. El sonido de la batalla se hacía más fuerte. Sinsie se levantó, estaba magullado pero vivo. Me vió y sin dudarlo se lanzó sobre mí. Lo rebatí con patadas y rodillazos.
Con un puntapié doble golpeé su cabeza. El crujido de su cuello fue perfectamente audible y cayó para no volver levantarse.
Dos de los demonios de Kaila aparecieron sobre mí. No pude despacharlos a los dos a la vez y aprovecharon mientras pateaba a uno para que el otro me agarrara. Intenté quitarme al que me sujetaba de encima de un cabezazo que lo lanzó hacia atrás. Pero el otro se me lanzó con todo su peso encima, aplastándome. No podía con un tipo de dos metros y doscientos Kilos de peso por mucho que me retorciera y golpeara.
Mierda, mierda. Tenía las piernas atrapadas. Su compañero fue a ayudarlo y entre los dos me mantuvieron inmovilizado. Me retorcí y logré liberarme varias veces, pero no tenía movilidad suficiente y me volvían a atrapar en el acto. Si hubiera estado en mi cuerpo esto habría sido distinto.

Me estaban llevando fuera de la pelea, hacía la salida. Kaila debía de haberles dado órdenes de llevárseme mientras ella liquidaba al resto.
Desequilibré a mis porteadores, momento que aprovechó la espada de Albert para partir por la mitad al demonio que me sujetaba las piernas. Caí al suelo de golpe. Pude arrastrarme antes de que la cabeza del otro demonio saltará por los aire y su cuerpo cayera donde hasta hace unos segundos había estado yo. Jadeaba, tanto esfuerzo estaba acabando conmigo, apenas podía obligar a ese cuerpo a moverse.
Tres demonios más fueron a por nosotros. Albert luchó con la espada con los tres a la vez, pero esta vez no pudo cargárselos de un plumazo (aún así era bueno que te cagas). La manera en la que luchaba era impresionante, no parecía requerirle esfuerzo como si en realidad practicara una coreografía ensayada. Los alejó dando una patada a uno y haciendo que cayera sobre los otros dos (yo también usaba esa técnica infalible). De ese modo pudo ganar tiempo. Me agarró de la cintura y me cargó en brazos escaleras arriba. El olor a pinos y sudor de su camisa me impregno la nariz. Nunca había estado tan cerca suyo; nunca me había abrazado, como mucho me puso la mano sobre el pelo dos o tres veces en toda mi vida. Inconscientemente también intenté apartarme, no me gustaba que invadieran mi espacio vital. Albert me apretó más contra él sin quejarse de que había intentado patearle.

3 comentarios:

  1. vaya no había leído el anterior, están genial, como siempre!!!
    Está super interesante, jeje...
    a ver qué pasa, que me divierto muchísimo leyendo esta historia :)
    Besos!

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  2. XDDD En poca cosa se han metido con Kaila y sus demonios XD ¿Y lo del espacio vital? XDD que chispa, como para andarse con miramientos en un momento así XD Muy bueno ^^ Besoteees!!

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  3. Es que son muy violentos -n- *negando en forma de reproche*

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