viernes, 17 de junio de 2011

Encantamiento 34, 2º parte: Cómo acabar con un dragón sin perecer en el intento.


La mano de Nicole temblaba, pero ella se reprimía con fuerza sobrehumana para evitar que yo me diera cuenta. Decidí que no le diría nada hiriente y ya usaría esto en algún otro momento más oportuno.
Los rugidos eran muchísimo más fuertes ahora y hacían parecer a las paredes de gelatina; daba miedo de que se derrumbaran también (ya hemos tenido suficientes derrumbes por aquí, héroe de pacotilla, más te vale controlarte un poco o te asaré con ajillos).
Sin duda, lo peor del invernadero era que estaba en la zona más alejada y solitaria de todo el edificio (perfecto para morir sin que nadie se entere). Pero, a pesar de lo lenta que era Nicole y de lo apartado que se encontraba, pronto llegamos a las salas comunes. Estas estaban desiertas, pues todos los Guardianes (que no es que fueran muchos) se encontraban en el exterior luchando con el dragón. No hacíamos más que encontrarnos con pasillos cortados (resulta ligeramente frustrante) y cada vez nos veíamos más obligados a hacer un rodeo mayor con el que acercarnos al exterior (zona de peligro por dragones).
Las escamas del inmenso reptil se veían a través de las cristaleras rotas todo el rato en movimiento y sus alas atronaban al cortar el aire. Una asquerosa sensación de nerviosismo me echaba su aliento sobre la nuca y me mantenía en constante alerta, repitiéndome que en cualquier instante entraría en peligro inmediato. Mi paciencia se estaba colapsando y muestra de ello es que ya tenía sangre por toda la boca de tanto apretar con os colmillos; aunque Nicole no se dio la más mínima cuenta de este detalle porque yo corría delante (arrastrándola) y me guardaba de que no me pudiera ver la cara. Alargar esta situación la volvía totalmente insoportable (casi prefiero que nos ataquen para que cambie un poco (PD: no hablo en serio, lo que me faltaba era tener que luchar con dragones…)).
Nos paramos en seco. Mierda, no había escaleras, ¿y ahora cómo bajábamos? (Lo que yo decía: LIGERAMENTE frustrante)
La pared saltó por los aires. El dragón introdujo de repente sus fauces en la sala (¡joder, qué susto!) y le pegué un codazo sin mala intención a Nicole cuando saltamos hacia atrás para no caernos.
El brillo de una espada al intentar clavarse en una de las patas me deslumbró; su portador falló y rodó para evitar ser aplastado.
-¡Es Robert! –Nicole también se asomó, sus ojos seguían al cuerpo tan bien esculpido y refulgente por el sudor del combate (más que el combate, por la paliza que le está pegando). No jadeaba y cada movimiento que hacía parecía estar tan cargado de fuerza y ser tan atlético y coordinado… (los anabolizantes hacen milagros). El aliento cálido del dragón hacía ondear su pelo negro como la noche alrededor de sus pómulos prominentes y su sonrisa prepotente.
Tenía de nuevo la mirada de cazador.
-Avisa si necesitas un cubo para las babas –le comenté con tono seco mientras mi mente rebuscaba mediante mis ojos algo en aquella habitación que me sirviera-. Nicole, podrías manipular el poder de la flor.
-¿Eing?
-Ahora está fusionada contigo, ¿no? –hablé rápido porque no me gustaba eso de estar quietecito y desprotegido a solo veinte metros de unas fauces de tres metros de anchura- Podrías acceder a ella y pedirle que use su magia -antes, cuando se enfadó, su luz brillo con más fuerza-. ¿Te ves capaz de hacerlo a voluntad?
-¿Qué? Yo no… ¿Cómo...? ¡No sé cómo hacer eso! ¿Cómo se lo voy a pedir?
-Por favor, Nicole, me he dado cuenta perfectamente de que eres capaz de interactuar con ella –antes le estabas gritando. Gesticulé para dar más énfasis a la obviedad ignorando completamente el jaleo que teníamos delante.
Nicole se quedo en silencio.
-¿Lo sabes…?
Humm, no me va a ayudar. Puff, lenta. Pues en ese caso…
La empujé al precipicio.

1 comentario:

  1. Jajajajaj puto Alec! me temo que nicole tendra que pedirle ayuda por las malas o por las malas ^^

    ResponderEliminar