jueves, 21 de julio de 2011

Encantamiento 38, 1ª parte: Secretos y mentiras, primera parte.



La casa de campo de los Kensington estaba muy a las afueras de la ciudad, perdida entre hectáreas de montaña, bosque o prado. Solo existía una única y solitaria carretera de un carril llena de baches y grietas abiertas entre los altos árboles (al menos era de cemento).
Nicole conducía siguiendo las indicaciones de Ikon (aunque, como digo, no tiene mucha perdida), pues logramos convencerle para que no lo hiciera él (teniendo una conmoción no puede ser muy seguro que vaya al volante).
Yo, en cambio, estaba despatarrado en el asiento trasero. Mis únicos compañeros de asiento eran el discoduro y la papelera. Nos mantuvimos en silencio por largo que fue el camino. Podía imaginarme perfectamente cómo se sentiría y en que estaría pensando ahora mismo la cucaracha. Yo ya había sospechado de los problemas de la pareja y de que con el paso del tiempo su relación se había quedado en puro interés y conveniencia (da más prestigio tener una pareja de éxito y que aparenta quererte que ser un solterón,  y como trabajaban juntos podían obtener beneficios como encubrimientos, emperchar trabajo, etc.), a pesar de que las dos partes simulaban seguir apreciándose incuso entre ellos. No había mucho que decir al respecto y, además, quedaría un tanto incómodo. Nicole y yo no nos llevábamos bien y lo sabíamos, así que no fue tan grave que nos ignoráramos un poco.
Hasta que de repente el bosque a ambos lados se acabó y entramos  en un puente, la carretera seguía sobre un pequeño lago de aguas color plata. Las montañas rodeaban el pequeño valle y, allí en medio, se levantaba una pequeña islita en la que, entre las copas de los árboles, se distinguían los tejados de una edificación y un campanario.
Me arrimé hacia la parte delantera. A los dos se nos quedo la boca abierta.
-Vaya, desde luego, cómo se las gastan aquí…
Yo no entendía mucho de arquitectura así que no sabría deciros a qué siglo artístico pertenecía aquella estructura de ladrillo y enredaderas, pero sí que tenía el encanto antiguo de una gran casa señorial que realmente sigue manteniéndose en pie con sus materiales de partida y sin atisbo de ir a caerse.
Nos bajamos del auto y nos quedamos mirando con la cabeza bien alta las ventanas de marco azul marino.
Al cabo de unos instantes que se hicieron eternos, fue evidente que no debían haberse enterado de nuestra llegada porque nadie apareció para recibirnos.
Cruzamos una mirada automáticamente para preguntarnos si entrar.
Me acerqué a la entrada y me sorprendió cuando, nada más posar la mano sobre la puerta, ésta se abrió con un ligero chirrido. Una hoja de papel cayó al suelo planeando desde las dos juntas. Como no había indicios de que nada especialmente peligroso estuviera sucediendo (como que hubieran forzado la puerta o que ese papel contuviera una maldición), me agaché y tomé la hoja doblada.
-“Bienvenidos del viaje, chicos. Será mejor que dejéis a Ikon dormir en el coche y vosotros paséis a dentro. Id al salón; no tiene perdida. Y otra cosa: no hagáis ruido y, si eso, quedaros en silencio hasta que yo vea conveniente. Atte.: C.Lence” –leí en voz alta. Lo que yo digo, esta tía es una rebuscada. Resoplé y le pasé la hoja a Nicole no fuera que ahora no se creyera que de verdad ponía eso (es que si no lo ves, no te lo crees; así de sencillo)-. Pues vamos.
Entré por la puerta. La casa también impactaba por dentro, luminosa y decorada con muebles antiguos. Me sorprendió descubrir la esencia de espíritus protectores impregnada por las paredes; puede que fueran espíritus de Guardianes fallecidos, seguramente de antiguos miembros de la familia Kensington. Enseguida escuché la voz de Robert más alto de lo normal. C.Lence tenía razón, el salón no tenía perdida, sólo hacía falta seguir las vociferaciones del-que-se-hace-el-héroe. La cucaracha me siguió obedeciendo en completo silencio.

2 comentarios:

  1. Alec (L) No tengo más que decir que ME ENCANTA

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  2. Tu e tenido un deja vu! me da que esto ya lo habia leido ¬¬ XD! ME ENCANTAA!

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