miércoles, 31 de agosto de 2011

Encantamiento 42: poner el mundo patas arriba, curo intensivo de 30 días.


La gasolina se nos acabó a la hora, ya que la Cucaracha había olvidado rellenar el depósito de gasolina cuando salió o al menos coger algún vehículo menos vacío. Resulta que la moto era de Robert; se la había “cogido prestada” a nuestro “queridísimo héroe”. Pero por suerte, nos habíamos alejado mucho de los vampiros y a mí me había dado tiempo a emplear gran cantidad de mis fuerzas en ocultar nuestro rastro.
-Bueno, al menos he venido –me replicó para evitar que me siguiera metiendo con ella.
-¿Sabe alguien que estás aquí? –mi móvil había desaparecido en uno de tantos tumbos (mierda, mierda, ahora tenían un objeto mío con el que poder rastrearme) y la Cucaracha no llevaba el suyo.
-C.Lence; ella me dijo que te llamara y que si no contestabas es que unos zombis estaban a punto de matarte –¡me cago en la ostia puta, fue por culpa de C.Lence que ella me llamara y los vampiros me descubrieran, para empezar! Voy a matar a esa desteñida… Pero por el momento oculté mi ira asesina poniendo cara de póquer–. En la casa no había nadie más –Gigi y Campbell no es que cuenten mucho sobre todo para estas cosas aunque no tenían permiso para salir del islote.
La miré de refilón, aún le temblaban los hombros y los nudillos se le habían puesto blancos de apretar con tanta fuerza el casco de la moto contra su pecho. Sabía que Nicole había estado entrenando en combate y puntería durante estas semanas, un poco como una excusa del-que-se-hace-el-héroe para pasar tiempo con ella. Pero seguía estando muy verde. Aunque ella intentara disimularlo, disparar a aquellos zombis le había afectado mucho (supongo que les encontrara parecido con los humanos con los que ella vive y esas cosas).
Resoplé.
-Genial. Gracias por esa entrada tan… dramática –me reí sin ganas; mi nivel de adrenalina se estaba desplomando bajo mínimos-. Revisa primero que no tengas cortes ni hayas tragado sangre de zombi – si tus fluidos entran en contacto con los del zombie, te infectas y te pasa lo mismo que a él (la típica mordedura que aparece en pantalla, aunque existen muchos otros métodos como por heridas abiertas (de ahí que los vampiros llevaran ese hermético traje)). La otra opción cuando te atrapa uno de esos bichos es que se te coma toda la carne, en ese caso se vuelve inviable la conversión por motivos obvios (no hay nada que vuelva a tirar del cuerpo).
Empecé a desabrocharme los pantalones.
-¿¡Quieres que me desnude en mitad de este secarral… y contigo delante!? –protestó con la voz pastosa, de repente parecía muy ofendida. Chasqueé la lengua con gesto cansino; al menos la Cucaracha no llevaba sangre alrededor de la boca, que si no, no hubiera dudado en abrirle la cabeza con la culata de la carabina o de atropellarla para quitarme posibles problemas.
Me giré sin prestarle atención y tuvo que conformarse con esa escasa intimidad. Si en esta última semana no había tenido tiempo ni para mí con tanto trabajo, para tratar temas de amoríos ya ni hablamos; así que las cosas no habían cambiado mucho desde entonces: igual de mal y de liosas. Con Lena (Encantamiento 36) reconozco que me porté mal, aunque no me arrepiento lo más mínimo. No sé si le habrá importado o cómo se encuentran las cosas entre nosotros ahora mismo porque tampoco la he vuelto a ver. De alguna forma, darme cuenta de que mis posibilidades eran nulas… era agradable: hacía que doliera menos la esperanza. Y con Nicole, otro tanto de lo mismo… Ella no había dicho nada a nadie; de hecho seguía comportándose con el-que-se-hace-el-héroe como si no hubiera pasado nada (parece ser que siguió mi consejo de calmarse y pensar con calma cómo vengarse); aunque se la notaba un poco más distante con todos los Guardianes, eso sí. De modo que solo C.Lence sabía lo que habíamos escuchado a escondidas y prefería que siguiera así.
Quizá tendría que haber pensado una forma de responder y no quedarme allí de pie mientras me besaba. Sí, gente, no hice nada; ni me aparté, ni colaboré… Nada (PATÉTICO; esto es divino de la muerte, ya no soy solo penoso delante de Lena).
En el estado en que se encontraba ella en ese preciso momento, hasta que me besara era una posibilidad que tuve en cuenta; pero prácticamente la había descartado y me había centrado en buscar respuestas a cosas un poco más probables. Normalmente (8’75 de cada 10 veces, que no es mala proporción…) lo del orden de prioridades acierta, pero siempre hay algún que otro lapsus; el truco está en conseguir enmendarlo o adaptarte al nuevo curso de acontecimiento, lo que sea más provechoso.
Pero se suponía que no me podía ni ver… ¿Iba en serio lo que dijo? Porque lo que insinuó es que dejó de gustarle su novio (ya exnovio) Kevin porque se enamoró de mí (nos conocimos cuando ellos aún “vivían felizmente enamorados”). A lo mejor es que es masoca, porque con la de putadas que le he hecho…
¿Debería hablarlo con ella ahora que podía? No había tenido tiempo de planear mi estrategia, quizá no fuera muy recomendable. Si era verdad tal vez me fuera provechoso: podría presionarla para que hiciera lo que yo quisiera. Pero al mismo tiempo resultaba un incordio; sobre todo cuando se desenamorara (nadie ha aguantado mucho tiempo enamorado de mí; no soy de los que siguen el juego si no tienen ganas y acaban decepcionándose). O también podía ser mentira, porque parece que con todo lo que está pasando (que tiene a un ser mágico con el que poder hablar dentro de la cabeza) se ha quedado medio desequilibrada y el beso pudo ser simplemente un arranque producto de la confusión, el cansancio y los sentimientos heridos… En ambos casos, hubiera mentido o no, sabía que Nicole negaría lo que dijo y lo que hizo; empezaría intentando excusarse, luego se rebotaría y acabaría gritándome que me odiaba y que era un ser asqueroso del que jamás alguien podría enamorarse… Predecible.
Miré el horizonte y presté atención a las esencias que arrastraba el aire, permitiendo a mis sentidos actuar en todo su potencial.
-Por allí se llega a la ciudad -concluí. No era nuestra ciudad, pero se sentía perfectamente el aura a humanidad (fritangas, fétidas cloacas y coches) y a fábricas industriales.
-¿Y tú cómo lo sabes? –preguntó de malas pulgas. Al parecer ella no se daba cuenta de ese tipo de cosas que a mí me resultaban tan obvias, seguía teniendo instintos de humana (vamos, casi nulos).
-¿Tienes una idea mejor?
Resopló y se levantó de la moto.
-Podrías teletransportarnos hasta allí.
-Ja, sí, como es tan fácil teletransportarse –me burlé también un poco molesto. Para teletransportar algo se necesitaban mil-y-pico círculos y hechizos para que no se te quedara nada por el camino; ni siquiera los portales fijos (que deben pasar regulares controles de mantenimiento según las leyes) eran del todo seguros en ese respecto.
Bueno, ahora tocaba empujar la moto (Nicole se queja, pero bien que estoy usando mi magia para mover el trasto este porque ella olvido revisar el depósito antes de trincarla del garaje) hasta que llegáramos a algún sitio civilizado.
-Odio esta sensación –murmuró Nicole abrazándose el cuerpo para protegerse del frío, el aire salía de su boca en forma de grandes bolas de vaho. Sus ojos se movieron nerviosos, sin saber si preguntarme algo o dejarlo correr. Sabía que no iba a hacer esa pregunta.
Fruncí el ceño mirando el cielo encapotado de la noche. Parecía mentira que ya estuviéramos a mediados de octubre, como si todo lo ocurrido en este mes (sí, ya llevo casi un mes con los Guardianes, increíble) me hubiera hecho olvidar el paso del tiempo. Recuerdo perfectamente que el frío se había metido de una manera que daba miedo a pesar de que no habíamos hecho más que salir del verano. En poco menos de una semana las temperaturas habían bajado en picado y por las noches ya helaba; este amenazaba con ser el peor invierno de los tres últimos siglos.
Pero no era solo eso; Nicole tenía razón. Desde hacía unos días el aire tenía un olor raro allá a donde fueras que no tenía nada que ver con el hedor de los zombis que nos manchaba la ropa. Era un olor como a artificial y a viejo que te arañaba el esófago y te ponía la piel de gallina. Incluso los poco perceptivos humanos y Guardianes se daban cuenta de ello.
Supongo que no sería mal momento para intentar explicar todos esos chanchullos que han puesto el mundo patas arriba durante los últimos treinta días (que llevo dos capítulos posponiéndolo y esto no es seriedad). Ya dije que las circunstancias habían obligado a los Guardianes a ser más flexibles conmigo y ahora me dejaban ir sin esposas en las misiones (y por el momento me estoy comportando, esperando el momento de que esto me sea realmente útil) y es que el panorama estaba realmente mal. No había día en que no aparecieran imágenes del dragón o que no hubiera algún debate súper mediático en todos los canales; ya solo hablaban concretamente de terrorismo y/o del fin del mundo, y no iban muy desencaminados…
Y no se quedo ahí, siguió empeorando. Las cosas siempre van a peor…
Un notable gestor de la bolsa de Nueva York (un demonio que se dedicaba a blanquear el dinero conseguido por las Mafias mágicas para obtener su comisión) apareció una madrugada crucificado bocabajo, lleno de laceraciones y completamente desnudo a la entrada de sus oficinas con sus cuernos rizados perfectamente visibles sobre la cabeza. Era bastante famoso y tenía su prestigio, por eso había sido un suceso tan sonado. La gente estaba alucinando con la crucifixión, los cuernos, las heridas… Y eso que no entendían (pues estaba en demoniaco) lo que habían escrito con sangre sobre éste: “Cuando las Puertas del Infierno se abran, no habrá más ley que la nuestra”. Y quien dice “ley” también podría referirse a “condiciones”.
Las banshees (espíritus que adoptan la forma de mujeres andrajosas y esqueléticas, quienes no acostumbran a mezclarse con otros demonios o humanos salvo para avisar de la muerte próxima de algún ser cercano a través de los sueños o apariciones en lugares de paso) ya no se ocultaban y te las encontrabas casi por cualquier camino, incluso en mitad de la ciudad, con sus túnicas desgarras y gemidos llorosos, sin cuidarse de los ojos de ningún humano. Y, por lo que me llegaba, lo hacían en todos los países (menos mal que las cámaras no las grababan, porque ya se estaba montando una paranoia tremenda en las redes sociales). Pero que hicieran esas cosas siendo espíritus que avecinan la muerte… decir preocupante es poco.
Y en Irlanda (el sitio con mayor índice de mágicos por kilometro cuadrado y la principal cuna de estos seres, pues allí se encontraban las Puertas del Infierno y recuerdo que las mayor parte de demonios de esta dimensión son Repudiados del Infierno) un grupo radical estaba haciendo estragos y amenazaba con obtener el poder en las próximas elecciones o dar un Golpe de Estado si no lo lograban. Se hacían llamar “Sgaret na’edna”, en demoniaco: “Libertadores de la magia” (o parecido). Sospechaba que los Seamair y Cristofino debían estar en lo más alto de este movimiento, aunque de momento solo estaban enardeciendo a las minorías mágicas para sacarlas de ese estado de miedo silencioso creando un poco el caos.
Pero no creáis, los humanos también estaban formando barullo; no entendían, se enfadaban y pedían explicaciones (y no siempre pacíficamente, que digamos; no eran todos como los del 15-M).
Y todo esto no eran más que filtraciones que no habían logrado mantener ocultas los gobiernos y de las que se habían hecho eco los medios. Los Guardianes apenas me contaban nada, pero estaba claro que pasaba más de lo que me decían o aparecía en televisión. Por no hablar de que Halloween estaba a la vuelta de la esquina y no se sabía si la gente entraría en histeria colectiva o se crearía una súper moda con todo lo que estaba pasando.
Ah, sí, y los Guardianes… puf, estaban histéricos perdi’os. Muchos se habían ido a la isla celta para reforzar los efectivos, así que por aquí, en cuanto había el más mínimo atisbo de problemas en su zona de responsabilidad, los jefes nos mandaban a pararla de raíz. Aunque lo cierto es que con el miedo que había, muchos demonios no se atrevían ni a salir de sus casa.
Ya dije que las cosas estaban mal (mis preciosos miniresúmenes de un capitulo cada uno son la ostia, ¿o no?). El Secreto se había descubierto; no faltaba mucho para que todos se dieran cuenta de ello. En el mundo mágico todos sabían que algo se avecinaba, pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta.  Había miedo, como si el no hablar de ello lo hiciera menos real.
De este modo el clima de inquietud se extendía igual que el invierno adelantado, silencioso e imparablemente.
Y yo menos que nadie sabía bien cómo reaccionar, era algo completamente nuevo. Tenía la sensación de que no solo el mundo a escala internacional estaba hecho un lio; así que no me sentía con mucho derecho para opinar. Pero tenía el fuerte presentimiento, casi como si lo viera, de que en poco tiempo estaría luchando en la guerra.
Ojalá me hubiera equivocado.

jueves, 25 de agosto de 2011

Encantamiento 41: Películas de acción americanas llevadas a la vida real.


Los faros de una moto atravesaron la neblina al tiempo que su rugido inundaba el bosque. No sentía que se tratase de un vampiro ni un zombi y con eso me bastaba para empezar a correr hacia allí.
Entró derrapando contra uno de aquellos bichos (sospecho que por accidente) y formando una gran nube de tierra a su paso. ¡Bien, ya tengo hueco para escapar! La moto se le zarandeo un poco al intentar parar y el hombre muerto que tenía debajo le enganchó la pierna a mi motorista salvador. Sacó una pistola y le pegó un tiro en la frente que lo dejó seco (suena mejor de lo que parece, pero la verdad es que mi salvador estaba temblando como un flan).
-¡Alec! -¿Nicole? Durante unos segundos me quedé alucinando. Luego tomé impulso y salté usando la magia para alejarme todo lo posible de aquel montón de carne putrefacta en movimiento y montarme en la parte trasera de la moto. ¡Qué narices, no iba a quedarme allí en medio para que me comiesen!
-¡Arrancaa! –logré abrazarle la cintura antes de que el vehículo saliera disparado hacia delante.
-Ay, Dios –rezó en voz baja. Ay, mi querido Satanás…
Nada más alejarnos un poco de allí nos encontramos de frente con otro tanque en el que se agolpaban más zombis para salir (repito: el bosque está lleno de contenedores ocultos con zombis presos en su interior. Son más graciosos estos vampiros, menuda manera de contaminar los espacios naturales). Nicole giró a tiempo antes de chocarse contra ellos. La granja apareció ante nosotros en un visto y no visto.
-¡¡Es para el lado contrario!! -¡tontalava, que nos estamos metiendo en la boca del lobo zombi!
Volvió a derrapar, girando tan de repente para el lado que casi me caigo (kamikaze).
-¿¡Para dónde!?
WTF??? -¡Pues para el lado del que viniste!
-¡No sé por dónde he llegado, yo solo estaba huyendo de los zombis que me aparecían!
TONTA. Me entraron ganas de propinarle un puntapié, pero me reprimí porque eso si que habría sido un suicidio estando subidos a la moto y a más de 280 km/h (no estoy exagerando, era lo que ponía en los reguladores; menos mal que por el bosque no hay radares de velocidad. ¿Y por qué narices me pongo a pensar en tonterías como estás en los momentos de tensión?).
El pequeño fantasma nos seguía dando tumbos a través de los árboles, casi tan mareado como nosotros. Pero uno de los vampiros cercanos debió de activar uno de los frascos. Una fuerte luminiscencia salió del interior de la pequeña abertura de cristal y los tres empezamos a sentir cómo tiraban de nosotros. Una sensación extraña de estar y no estar al mismo tiempo en tu propio cuerpo. El pequeño fantasma, el más desprotegido, se resistió a la fuerza que lo succionaba arañando los troncos y haciendo surcos en la tierra. Gritando que lo rescatara; ¿y qué coño iba yo a hacer? Al final la botella lo engulló mientras seguíamos alejándonos, dudaba seriamente que volviera verlo.
El zombi de una preadolescente se abalanzó sobre la rueda de la moto y le hizo perder el control. Las tripas de la niña salieron despedida por los aires, la moto quedó tirada diecisiete metros más adelante y yo me estrellé contra un árbol. Nicole quedó tendida bocabajo en el suelo en un punto intermedio entre los tres (menuda diseminación por la puñetera niña). La mitad superior de la niña empezó a arrastrarse desde debajo de la moto hacia Nicole, quien aun no se había levantado (¡coño, que no se muera que yo no sé conducir!).
Me levanté y corrí para tomar del suelo el arma que Nicole había traído y le volé los sesos. Para quién aún no lo sepa, esa es la única manera de acabar con un zombi; aunque también puedes cortarle el cerebro en cachitos, el caso es destrozárselo.
Corrí hasta ella. Los zombis estaban empezando a llegar con sus lentos pasos. Nicole seguía viva y empezaba a erguirse.
-Nicole, en pie –la ayudé cogiéndola del cuello de la chaqueta; teníamos que movernos rápido. Un gemido se le escapó al apoyar la pierna con la que había amortiguado la caída.
-Toma, es… pa’ ti –se descolgó una carabina semiautomática de la espalda. Anda, si había traído nuevas armas; con la emoción de la huida ni me había dado cuenta, menudo fallo...
Sabía usarla, obviamente; los Seamair eran fabricantes y vendedores de armas (aunque no siempre de forma legal). La enarbolé y empecé a disparar a aquellos que teníamos más cerca. El pulso me ensordecía en los oídos. Los teníamos encima.
El fétido olor de la carne descomponiéndose lentamente se me metía hasta la boca del estómago. La adrenalina me ponía la piel de gallina; sabía que en cuanto dejara de hacerme efecto caería desfallecido.
-¿Puedes conducir?
-Creo que sí –con eso nos tendría que bastar.
Me sentía un poco como en una de esas películas de acción americanas, a balazo limpio junto a mi compañera para salvar el pescuezo mientras nuestras posibilidades iban en descenso (espero que, como en las películas, ocurra un milagro que nos saqué de esta). Puede que la entradita de Nicole hubiera ayudado a mi más que sobrexcitada mente a crear esa ilusión, pero la verdad es que nunca me había sentido tan contento de volver a ver a la Cucaracha.
Volví a agarrarla por la cintura para que pudiera andar sin bajar el arma. Y empecé a disparar. Cuando tantos muertos vivientes se te echan encima, te vuelves de gatillo fácil quieras o no y empiezas a malgastar balas. Mientras alguna acertara…
La moto pesaba más de lo que esperaba, tenía varios destrozos que no sabía si serían graves, y a Nicole el arma le temblaba mucho, ella sí que malgastaba balas. Me apresuré a intentar arreglar como fuera el tubito del aceite y que dejara de chorrear líquido (como tengamos que frenar a 280 km/h que es como va Nicole…).
Recordé de casualidad que mi tío Cristofino siempre que acababa en una situación descabellada prometía que haría cosas absurdas si lograba sobrevivir, para amenizar un poco la cosa. Por probar…:
-Creo que bailare contigo una lenta –dije montando de nuevo. Conseguí decapitarle la cabeza a otro que teníamos cerca de un disparo, pero la cabeza empezó a rodar en nuestra dirección abriendo y cerrando las mandíbulas. ¡Puag, pero qué asco me dan estos bichos! Le metí los dos últimos balazos de la pistola  de Nicole y la tiré por ahí (a ver si a alguno le acierta en la jeta).
-¿¡Qué!? –mi comentario la desconcertó en aquella situación, pero no tuvo tiempo antes de que pusiera el cañón junto a su hombro y masacrara a otro. La carabina se me encasquilló y no tuve más remedio que blandirme con la culata como maza.
Metió gas y aceleró. Tuve que hacer un pequeño caminito lanzando cuchilladas de magia que mucho efecto no hicieron. La magia afectaba principalmente al alma y por enlace aparecen los efectos en el cuerpo, pero estos bichos no tienen alma, recordad.
La moto salpicó y se zarandeó al pasar sobre los cuerpos.
Los dejamos atrás, un claro se abrió entre la tupida masa de troncos. Como un sueño; al fin…
El cielo empezó a ponerse delante de nosotros. La moto corría entre los árboles hacia las colinas con Nicole conduciendo y mis brazos enganchados como grilletes a su cintura. He leído y visto muchas películas típicas americanas (culpa de Campbell) así que sabía que hubiera sido muy romántico de no estar huyendo de muertos vivientes.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Premio: “Un Blog genial”


¡¡Que ilusión!! Pues sí me lo concedieron, jajaja. Y como ya todos sabemos este es uno de esos premios-cadena, pues sus normas son:

Allá que voy:
1-(Listo, Calisto).
2- Me lo entregó Esthervampire, mil gracias, preciosa.
3- Fácil: fantasía, policiaco y romántico.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Encantamiento 40: primer volumen sobre "Después de la muerte; todo sobre zombis y fantasmas".


Mis pies chocaban contra la tierra con un sonido sordo; no tenía tiempo de procurarme sigilo. Me había torcido el tobillo al subir las escaleras huyendo y ahora no podía correr como Satanás manda. Los dos vampiros no parecían seguir detrás de mí, ¡iban a dejar que los cientos de zombis que allí había me rodearan y devoraran, los muy cabrones! Ni siquiera sabía a dónde me dirigía aquel niño muerto, me limitaba a seguir su aura de fantasma entre los árboles a falta de más opciones.
Y pensar que el día había empezado de lo más tranquilo…
Una simple misión. En verdad ni siquiera me habían dicho para qué me arrastraban hasta allí; lo cual no era para nada raro. Preferían que yo me enterara de lo menos posible (muchas gracias, chicos). Y es que recientemente habían pasado muchas cosas por el mundo, cosas relacionadas con el secreto de la magia y que habían puesto el globo patas arriba. El panorama había cambiado hasta tal punto que ahora me pasaba el día trabajando de aquí para allá en el portal (estoy intentando hablar de otras cosas porque es que los zombis son la única en este mundo que me dan autenticas arcadas), haciendo de traductor, detector y creando barreras de todo tipo y, bueno, supongo que tendría que mencionar que ahora me dejaban usar mis poderes (siempre bajo estricta vigilancia) durante algunas misiones, o si no, no tendría sentido todo lo que acabo de decir (¡hasta ese punto han empeorado las cosas!). Pero, como entenderéis, no es éste el mejor momento para hablar de eso ¡y mucho menos para tratar todos los líos amorosos en los que he acabado (Encantamientos 36 y 39, de esos hablo, cotillas, que nos conocemos)! Si consigo sobrevivir a esto, prometo que os echaré una buena parrafada explicativa, de verdad.
Salté un tronco caído. El tobillo me mandó una ráfaga de dolor. Apenas les llevaba ventaja. El fantasma del niño ahogado me hacía señas para que me diera prisa (¡Joder, ¿te crees que no sé que tengo que salir de aquí cómo sea?!), incluso aunque me miraba con sus cuencas vacías parecía tener más miedo que yo (hay que joderse, el único que aún puede perder la vida de una forma horrible soy yo).
Como había dicho, se trataba de un día como otro cualquiera. Hacía mucho sol a pesar del terrible frío y los Guardianes que me acompañaban habían estado tan panchos al llegar a aquella granja destartalada; siempre que hacía sol lo estaban. De verdad se pensaban que ese simple hecho los podía mantener a salvo; pero, fíjate, fueron los primeros en caer (los muy subnormales es que se pusieron en bandeja…).
Yo había sentido que algo raro estaba pasando desde que mis pies tocaron aquella tierra seca. La esencia de los muertos rodeaba la construcción. Y encontrarme con aquel espectro de un niño ahogado solo corroboró la teoría. No era la primera vez que me cruzaba con espectros, de hecho no me impresionaban lo más mínimo pues a lo largo de mi infancia crecí junto a un cementerio repleto de ellos. (Toca parrafada mientras yo sigo intentando que no me coman:) La psicología de los fantasmas es muy parecida a la que tuvieron en vida, exceptuando que acostumbraban, quien más y quien menos, a estar algo traumatizados con lo de haber muerto (algunos quedan completamente locos y otros parecen de lo más normal, depende que cada uno); así que había intentado hablar con él, pues los Guardianes son unos ciegos y sin instintos y ni siquiera pueden ver a los fantasmas (no sé cómo su especie ha conseguido sobrevivir tanto) además de que son unos sumos catetos sobre magia (a ellos con destruirla les vale). Pero el crío estaba asustado y débil, no paraba de gorjear algo parecido a “nos están arrebatando”. No lo entendí en ese momento, pero todo cobró sentido cuando entré en un sótano oculto en los establos. Allí abajo, dentro de decenas de cajas se apilaban frascos… para contener almas. Aluciné cuando encontré aquellos tarros llenos de una sustancia parecida a un humo viscoso y de colores fluorescentes. Pero lo peor fue que en aquella sala también había un contenedor lleno de… zombis (ugh, putos bichos; menos mal que estaban bien encerrados en ese momento).
No solo se conformaban con las almas de los fantasmas errantes sino que se las estaban quitando a los vivos (me quedé flipando, para que os deis cuenta de hasta que punto se trata de algo fuerte). Para ello usaban un círculo y unas pócimas para separar los dos elementos de los individuos vivos, cuerpo y alma, y quedarse con este último (sí, eso nos habría pasado si en no-me-acuerdo-ya-qué-encantamiento no hubiéramos vueltos a nuestros cuerpos. ¿Me habríais seguido queriendo se deseara devoraros? Yo sí, al menos vuestra carne). Pero cuando un cuerpo queda sin alma, se convierte en zombi (todo sabréis lo que son, ¿no? Una especie de cadáveres carentes de pensamiento que solo se mueven para engullir carne). Los zombis son peligrosos, una plaga si te muerden (seas humano o mágico); por eso los encerraban en la cámara aquella para ir quemándolos y deshacerse de los “residuos peligrosos” (yo solito me di cuenta de todo eso; si es que soy de listo…).
Mientras me preguntaba para que quisiera alguien tantas almas, llegaron los vampiros. Ellos debían ser los granjeros de los muertos. Llevaban el mismo traje negro y cerrado que el que me atacó cuando luchamos con el dragón; así que el sol no nos protegía. Mataron a uno de los Guardianes y al otro le arrebataron el alma usando el círculo. Yo me escondí tras el cremador sin mover un solo músculo a pesar del hedor a carne putrefacta que despedían antes de que pudieran verme. Pero esto que hice tenía su sentido de ser (sí señor, más explicaciones mientras yo pateo la cara de un no muerto e intento evitar que se me jale el pie): soy un híbrido, ya lo sabéis, mi esencia no es como la de los demonios ni como la de los humanos, de modo que a muchos les es complicado sentirme si no me buscan. Por así decirlo tenía un plan: esperar. Y vosotros diréis “pos vaya mierda”, pues funcionó estupendamente (casi dos horas de quietud total)… hasta que me sonó el móvil. ¡Sí, chicos, en el peor momento del mundo, va y me vibra el teléfono! Los vampiros sintieron el movimiento y se abalanzaron sobre mí… (SI ES QUE SOY REMATADAMENTE GAFE).
Casi conseguí librarme de esos vampiros forcejeando (ahí fue cuando me torcí el tobillo), pero claro que no, eso habría sido demasiado idílico y todos sabemos que tengo que sufrir por narices que para algo soy el prota de la COSA esta. Los Convertidos no pueden hacer magia, pero los pura sangre sí (¿ya adivináis lo que pasó a continuación?). Straiss Muggen, uno de los generales de las hordas de vampiros de Laraiss apareció allí y me inmovilizó con su magia.
El tío me reconoció, y sabía de mi trato con Cristofino, que es lo más fuerte. Hablamos poco, pero fue una charla interesante. Al parecer le sorprendía la actitud de Cristofino; mi tío se lo tomaba como un juego: nos había puesto a Kaila y a mí a prueba; el que lograra sobrevivir o conseguir mayor poder como para desbancar al otro sería el vencedor y automáticamente su versión se convertiría en la autentica. A mí no me extrañaba lo más mínimo, Cristofino me había criado personalmente al igual que hizo con muchos otros huérfanos (como a Campbell. O al menos conmigo lo intentó, pues me pilló con una edad en la que ya estaba bastante independizado de todo; pero eso ya son historias muy pasadas para ahondar en ellas). Cristofino era un tipo excéntrico y excesivamente alegre (aunque solo en apariencia) pero sabía separar lo emocional del trabajo y no guardaría ningún tipo de rencor si conseguía demostrar mi valor para la mafia. Muggen no lo entendía del todo, pero, según él mismo dijo, si esto consistía en ponerme a prueba, pues eso haría. Y ordenó a sus vampiros matarme justo antes de marcharse.
Los vampiros, vale, tienen un pase. ¡¡Pero los capullos han soltado a los zombis (claro, como ellos llevan esos trajes herméticos para evitar mordidas…)!! AJS: la magia apenas les hacía efecto y el bosque entérico resultó estar repleto de tanques a rebosar de zombis putrefactos, porque había una salvajada y me estaban rodeando (bien pensado, ahora sé dónde están escondidos todos; pero que bien que hago mi trabajo).
Y esto es todo lo básicamente importante que ha pasado para verme envuelto en este lio.
Ahora corro (cojeo) para salvar mi vida de unos muertos andantes (que muy rápidos no son, pero hay unos cuantos), hay aún más misterios en mi vida (parece que todo gira alrededor de las alianzas entre vampiros (quieren conseguir la Luz y están robando almas) y Seamair (necesitan a una virgen Guardiana de la Luz con la que completar un ritual para abrir las Puertas del Infierno)) y se hace más evidente mi falta de suerte… ¿¡No se supone que el símbolo de mi familia es un trébol de cuatro hojas!? (Ah, sí, que ahora de puertas para afuera me han repudiado…)
No presté atención a los lamentos y gritos del Niño Muerto que ya me daba por perdido y se pensaba que también lo iban a embotellar a él; no tenía tiempo para esas cosas.
Uno de los vampiros reapareció y aprovechó mi resbalón para adelantarme por arriba y cortarme el paso. Mierda, ¿y ahora para dónde se supone que me escabulló yo?
Alcé mis orejas puntiagudas. Escuchaba el sonido de un motor. Tal vez los dioses del Mal me hubieran escuchado, o tal vez no.


(El traje de los malditos vampiros)

miércoles, 10 de agosto de 2011

¡Ganadores del concurso!

Bien recordaréis que para celebrar las 1000 visitas del blog decidí hacer un concursillo, ¿no? ¡Pues el plazo ya ha acabado y toca reconocer a los ganadores!:

1- La Sexy Campbell (¡caldeando el ambiente desde el principio!) dibujada por Mail Jeevas:



2- Imagen de Alec (¡más llamas para que no se apague la emoción!) retocada por Yary Speit (aquí me costó decidir porque también había otro muy bueno de la misma imagen):


3-Imagen promocional para El Medallón del Brujo (¡verde, VERDE, VERDE!) de Nanna Doyle:



Las decisiones fueron dificiles y por ello me gustaría mencionar a un cuarto, que aunque no puede recibir premio (solo eran tres) me gustó tanto que quiero mencionarlo xD:

Accésit: Campbell rapera (tenéis que admitir que está bastante mona) dibujada por Carmen B.:




Los premios eran (para todos):
-Un dibujo de lo que ellos pidieran hecho a mano por mí (toma trabajo extra que me he buscado).
-Publicidad en mi blog de sus historias.
-¡Aparecer mencionados en la historia!

Pues eso es todo, queridos lectores, a ver cuando hago el siguiente concurso, ¡que las visitas suben como la espuma!

sábado, 6 de agosto de 2011

Encantamiento 39: Cosquillas en los labios.


-¡Capullo! ¡Agh, imbécil, imbécil! –no sabía si Nicole se gritaba a sí misma o a un alter ego imaginario del-que-se-hace-el-héroe. Pateó un arbusto, fuera de sí.
La seguí de cerca sin llegar a ponerme a su lado. No sé si llegó a darse cuenta de que yo estaba allí detrás, aunque no me ocultaba.
El tiempo estaba cambiando y amenazaba con una potente tormenta de  verano.
-Nicole… -hablé más bajo de lo que pretendía, un trueno se tragó mi voz. Aquella tormenta no era del todo natural, podía sentirlo.
-¡Maldito granuja, nos engañó! ¿¡Por qué confié en él!? ¡No es más que un mentiroso; todos son iguales! –siguió bajando con paso firme por la colina y a cada pisada, un rayo más que surcaba el cielo. Puede que las estaciones meteorológicas supieran de unas futuras precipitaciones, pero algo las estaba acelerando y amenazaba con masificar sus efectos. Ese algo no era otra cosa que la ira de la Flor de Oro.
Una parte de mí me gritaba que saliera de allí corriendo y me pusiera a salvo, mientras que otra me apremiaba a intentar evitar que pasara. Por lo que podía percibir, aunque corriera muy rápido los efectos me alcanzarían de todos modos; era más conveniente intentar apaciguar a aquellas chicas.
-¡¡Insinuó que me quería, joder, incluso insinuó que nos querría a las dos!! –puede que el-que-se-hace-el-héroe soltara mucha palabrería sobre el honor y el orgullo o lo sucios que era mis métodos, pero aún así no me costaba lo más mínimo imaginarlo contándole cuentos chinos si así conseguía agasajarla; era el más hipócrita de todos. A saber qué más cosas habría dicho y hecho para tenerla comiendo de su mano. En cierto modo entendía su frustración, yo también querría matarlo de estar en su lugar.
Giró sobre sí misma, el viento lanzaba sus cabellos en todas direcciones como en un pequeño tornado. Centelladas de luz pálida y amarilla cruzaban sus ojos.
Un escalofrío me cruzó la espalda. La presencia airada de aquel ser emanaba a toneladas del cuerpo de Nicole, a este ritmo incluso era posible que dañara a su huésped (no me importaría mucho si no fuera porque eso desencadenaría en que todo ese poder se terminara por descontrolar y matara a los que estamos a menos de veintiún kilómetros a la redonda).
-¡Nicole! –Salté el desnivel- ¡Nicole, escúchame! –atrapé su mano en el aire. La piel le relucía ahora, ligeramente fluorescente como una lamparilla de noche en tonos amarillos y rosas. Los tatuajes de las piernas habían crecido por todo su cuerpo; esto no podía ser bueno.
-Suéltame, tú eres igual –me replicó por encima del estruendo que formaba el viento y los truenos. El centro de la tormenta estaba ya muy cerca.
-No es cierto; ¡yo al menos admito que soy como soy! –Logré atraer su atención-. Mira, supongo que querrás sacarle los ojos y que te ha utilizado como le vino en gana y que crees que ahora tendrías que hacérselo pagar de inmediato. Pero créeme, es mejor que esperes; no es bueno actuar en caliente y a la ligera –yo no tengo que pagar por las gilipolleces de ése.
-¿¡Tú qué sabrás!? –me soltó la mano de un tirón y siguió alejándose.
-Pues empieza a parecerme evidente que de verdad te gustaba y que por él has sacrificado mucho y por eso te duele, ¡porque pensabas que era el hombre perfecto con el que te casarías y tendrías hijitos! –Seguí andando detrás de ella, tenía que escucharme- ¡Una patética y predecible fantasía adolescente! –hablé con absoluta sinceridad, cada palabra era lo que pensaba-. ¡Fuiste tan idiota de abandonar tu trabajo, tu familia, tu casa y a tu novio, esa vida tan aparentemente perfecta, porque te enamoraste! ¡Y encima fue tan bueno a la hora de ligarte que hasta ese parásito mágico con el que te la pasas discutiendo también cayó en sus redes, aún más patético! ¿Cuántos años tenéis entre las dos, trescientos noventa y tres? ¿¡Y aún así no fuisteis capaces de verlo venir!? ¡Pues parece que lo de que dos cabezas piensan mejor que una no es muy acertado!
-¡¡Cállate, solo cállate, no quiero verte!! ¡Déjame sola!
-¿Sola? Creo que eso ya no existe para ninguna de las dos –hundí el dedo en la yaga.
-¡¡Agh!! –se llevó las manos a la cabeza. El cielo se iluminó con fuegos artificiales de electricidad. Entonces se paró en seco, con la cabeza gacha y los hombros caídos; se rendía, no quería ser peleando.- Eres asqueroso. ¿Lo sabes?
Llegué hasta ella.
-Lo sé –toqué con delicadeza su hombro para hacerla girarse. Parecía cansada; este mundo puede acabar con uno y no me refiero solo al mágico.
Unas gotas de lluvia golpearon sus mejillas. Unas espirales se movían bajo sus ojos de color chocolate.
Murmuró alguna cosa más que resultó ilegible, algo como “pero aun así no te odio”. Eso me sorprendió; seguramente debió de decir otra cosa.
-Te equivocaste en una cosa.
-¿En qué? –seguía sin calmarse y eso me preocupaba.
-Dejé de amar a Kevin porque conocí a otro, pero no fue Robert -y con eso qué me quieres decir…
Tomó mi cara con las manos y de puntillas me atrajo contra sus labios. Otro rosario de relámpagos iluminó el cielo de manera antinatural, cegando por unos segundos mientras la dulce presión me hacía cosquillas en los labios.