lunes, 9 de enero de 2012

Encantamiento 56; 2ª parte: “Fuck, estás para comerte”.


El vampiro cayó al suelo con el cuello roto, inconsciente pero no muerto. De su cinturón colgaban todas las llaves que necesitaba (esto ha sido ¡pan-comi-do!).
Sin más demora bajé los peldaños de piedra de tres en tres procurando ser lo más sigiloso posible. Amy me había colado allí a hurtadillas y prefería no saber cómo se tomarían los otros generales encontrarme por su castillo (sí, lectores, he dicho castillo, CASTILLO, de piedra con sus fosos, mazmorras y tal; ¡estaba metido en un castillo infectado de sanguijuelas! ¡Pero que no es para tanto, si no, no hubiera accedido a venir…! Lo único es que me gusta meter tensión para animar la cosa de vez cuando).
Supe que había llegado a las mazmorras cuando respirar se convirtió en un suicidio. Los hedores propios de la descomposición y podredumbre cargaban el húmedo aire estancado de aquel pasillo. Los corredores no eran rectos, sino que estaban construidos en arco, obligándote a pensar que te movías en círculos; los habían ideado así precisamente para extraviar a los intrusos (suerte que no soy un fisgón de tres al cuarto, yo tengo mi caché, ¿saben?).
Las criaturas escondidas tras los barrotes me taladraban con la mirada al pasar, alertados por el tintineo de las llaves; una sensación nada agradable aunque enseguida pude ignorarla sin dificultad. Al poco tiempo, casi todos los presos me suplicaban entre gritos, alzando los brazos, garras, aletas y semejantes todo lo que les permitía su prisión para intentar atraparme. Tampoco le presté a esto demasiada atención; por mí que se pudrieran allí pronto (ya he realizado suficientes fugas carcelarias, no necesito meterme en más).
Frené en una encrucijada. Mi aliento formaba nubes de vaho y un sudor frío me bajaba por la espalda. Ni siquiera sabía a dónde me dirigía, simplemente estaba esperando a sentir su presencia por algún lado.
Me mordí el labio escrudiñando la oscuridad.
Pronto Amy se daría cuenta de que no estaba y vendría a buscarme, no hace falta decir que eso no traería nada agradable. Y aunque de verdad estuviera allí la Cucaracha, eso no me obligaba lo más mínimo a tener que rescatarla porque sí. Empecé a darme la vuelta, de regreso por donde vine. Era mejor dejarlo, total…
Un tentáculo salió de entre los barrotes, enrollándose en mi pierna. Tiró de mí con extremada fuerza. Nada pude hacer ante aquello salvo darme de bruces contra el suelo y dejar que me arrastrara hacia él. Un grito me arañó la garganta debido al susto que me propinó.
Varios círculos amarillos se abrieron entre la oscuridad. Eran decenas… mejor dicho, ¡cientos! ¿Qué digo? ¡Miles! No, no, que me emociono, mejor dejémoslo en cientos… Lo dicho, los varios cientos de ojos de aquel ser viscoso, como los de una mosca, se fijaron en mí: -¿Eres el Dios de la Muerte, has venido a llevarme?-me preguntó en demoniaco antiguo (fijo que este lleva aquí metido desde los años mozos de Matusalén).
-¡¿Qué coño voy yo a ser un dios de la muerte?, suelta! -Intenté patear a aquella cosa amorfa, pero siguió succionándome como arenas movedizas, la misma sensación ni sólida ni líquida. Con la otra pierna hice palanca apoyándola en un barrote. No podía hacer magia sin alertar a los soldados y eso incluía invocar mis garras.
El resto de presos decidieron que este era un buen momento para revolverse y montar aún más escándalo (claro, y que así venga algún otro guarda, me pillé y me una a ellos, ¿no?), como animando al pulposo para que me desmembrara la pierna.
-¿Viene a matarnos?-preguntó el duende que estaba al lado del pulpo viscoso.
Ahí va un completo idiota más. -¡Pues mira, a lo mejor me lo pienso!
Una voz llamó mi atención entre el griterío: -¿¡Alec!? -Nicole. Miré hacia el final del pasillo. Solo podía distinguir unas manos brillantes sobresalir entre los barrotes que destacaban por su blancura frente a las del resto, llenas de suciedad-. ¿¡Eres tú!?
Finalmente me solté al bicharraco pisando y reventando sus ojos. Salí escopetado, corriendo a toda velocidad y derrapé ante su celda en un abrir y cerrar de ojos; el corazón me latía a mil martilleando contra mis costillas y ensordeciéndome en los tímpanos.
Era ella, ¡joder, al fin la encontré! A pesar de mi cambio de planes me sentía eufórico de haberlo logrado; tal vez alentado por el repentino subidón de adrenalina. Fruncí el ceño mirándola bien de verdad; su piel resplandecía, literalmente, en la oscuridad como una lamparilla de noche a escala humana. Algo inesperado, pero aún así sabía sin lugar a dudas que no erraba. La Cucaracha me miró abriendo sus ya de por sí grandes ojos castaños. Algunas lágrimas se habían quedado adheridas a sus largas y rubias pestañas, haciendo que brillaran como joyas.
Se apresuró a descolgar unas gafas cuadradas de pasta gorda de su blusa y colocárselas en la cara. Los cristales eran tan gordos que le deformaban los ojos. ¿Qué coño…? Sabía que era miope, pero imaginármela con gafas había sido siempre un imposible, ¡menos con esos cacho trastos!
La exclamación que vino a continuación fue una mezcla muy extraña entre “¡Estás vivo!” y “¡Has venido!”. Aquella tontería debió hacerme gracia y no se me ocurrió otra cosa que responderle con una sonrisa (¿desde cuándo iba regalando sonrisillas así porque sí?). Las manos de Nicole salieron de entre los barrotes igual que el tentáculo de antes (¡agh, ¿qué le he hecho yo a los vástagos del kraken?!) y me rodeó el cuello. Cuando fui a darme cuenta su cuerpo y su boca se apretaban contra los míos a través de los barrotes metálicos.
Me quedé helado. Me costaba respirar por la carrera y mi pulso seguía acelerado; la cabeza me daba vueltas. Tenía todos los huesos doloridos de tantas batallas, pero allí estaban, como si trataran de confundirme más, la cálida piel de Nicole y el olor a flores que siempre desprendía su pelo. Por un breve lapso de tiempo llegó a olvidárseme el sitio en el que nos encontrábamos; la asquerosa temperatura ni fría-ni caliente, el mal olor o los gritos de aquellas criaturas mágicas desaparecieron. Después de todo lo que había pasado me pareció que se estaba demasiado bien y la idea de apartármela tardó bastante en aparecer tímidamente por una esquina de mi imaginación.
Nos separamos unos centímetros y la Cucaracha aflojó hasta soltarme. Los labios aún me cosquilleaban. Se recolocó las gafas a toda velocidad y varias veces con evidente nerviosismo, se estaba arrepintiendo de su impulsó con igual velocidad que se dejó llevar. Por alguna razón eso me hizo sentir pena, aunque sigo sin estar seguro de por quién o de por qué.
-Esto empieza a convertirse en una manía –bromeé para no hacer más tenso el momento. No estaba tan enfadado como debería por aquella violación de espacio personal.
-No esperaba que vinieses… Flor dice que gracias, bueno, lo dice a su manera –y tú a la tuya por lo que veo… Entonces me miró bien:- ¿Qué te ha pasado? –como no encontraba mi ropa, había decidido tomar prestado (sin permiso) el mono militar de Amy (el cual me venía estrecho y muuuuy paticorto, de modo que parecía una fusión de la “fiebre de la disco” y el “furor por el camuflaje”); pero creo que se refería más a la cicatriz dentada y negra que me cruzaba la mejilla, oscureciendo con un entramado de venas colmatadas de veneno, igual que una red, prácticamente todo el lado derecho de la cara (y porque no me ha visto el estómago…). Sabía que mi aspecto daba pena, pues había adelgazado con rapidez y se me veía pálido y amarillento, con grandes y ojeras alrededor de los ojos que me hacían lucir como un cadáver.
-Veo que no te han informado de lo que pasó en Canadá –y yo no tenía intención de explicárselo. Para cambiar de tema saqué el manojo de llaves de un bolsillo. Nada más verlo, la mirada y pelo de la Cucaracha se le iluminaron (oh, ¿desde cuándo hará eso?); estaba evidentemente desesperada por salir de ahí.
Bueno, llegados a este punto… Tomé las llaves para que quedara a la altura de nuestras caras -¿Qué consigo yo a cambio?
-¿Qué? ¡Alec –me tomó la mano e inconscientemente la abrazó contra su pecho, podía sentir lo rápido que le latía el corazón-, por favor, ayúdanos a salir!
-Mis servicios tienen un precio…
Alcé una ceja. ¿Qué se creía? Yo podría perfectamente volver por donde había venido, borrarle la memoria al guarda de la entrada y seguir con mi vida como si no supiera que estaba ella aquí, en lugar de ayudarla a escapar, arriesgándome a que me pillaran y consiguiendo que Amy se cabreara un montón conmigo por escabullirme a sus espaldas. De hecho, la primera opción era la más conveniente a no ser que consiguiera igualarla con algún precio.
-Pero si… -se apuró mucho en ese momento; observé que solo llevaba lo puesto, las gafas, una minifalda, la blusa revueltas y asumo que también la ropa interior. Obviamente se lo habían requisado todo antes de encerrarla. Y ella no se daba cuenta que yo podría aceptar un pagaré (pero como no pagué… recuerdo a todos que pertenezco a la mafia irlandesa). Aún así no se lo recordé pues verla al borde de un ataque se me hacía muy entretenido, añoraba esos días en los que me dedicaba a jorobarla por trabajo.
-Nada… -Volví a guardarme las llaves.
-¡Sé dónde está Campbell!
Mira, pues eso sí que me interesa.
-¿Dónde?
-Primero sácame.
Sonreí macabramente, haciendo que mi cara quedará en sombras sin proponérmelo, amenazante. La Cucaracha tragó saliva. Muy bien por ella, al fin espabilaba y empezaba a entender cómo funcionaba esto.
Giré la llave en la cerradura, enganché a Nicole de la muñeca y tiré de ella hacia la salida. En mi mente ya se maquinaba el plan de huida. 

6 comentarios:

  1. ¿¡PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO!?
    *Gaby se transforma en monstruo. Aparece osito: "me gusta el gore"*

    Osea que primero Amy lo viola (maldita sanguijuela, aún no te perdono, pero me divertí cuando Alec te rompió el cuello) y después esa periodista rubiaca brillante invade su espacio personal y lo besa.

    ¡¡¡¡¡TODAS MENOS LENA!!!!!!!

    Y ahora resulta que a Alec no le importó el beso, es más, quiso seguir y no le molestó que invadiera su querido espacio personal ¬¬

    Nicole tiene que terminar con Robert y hacer que este último deje de ser tan gilimemo! T____T

    PERO ALEC ES DE LENA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    PD: ¿Cuántas chicas tiene detrás de él este tío? ¡Esto empieza a parecer un Harem! XDDDDDDDD

    Solo acepto a Campbell y a Lena. LAS DEMÁS...¡¡¡¡ARREANDO QUE ES GERUNDIO, NENAS!!!! ¬¬

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  2. Uyuyuyuy, de verdad tienes fe: CREES QUE ALGUIEN PODRÁ DESGILIPOLLAR A ROBERT? Oins, eso es fe, animo, yo tambien la tendré xD
    PD: Un día haré el esquema de amorios y veras que no es tan grave xD (lo mismo tengo a gente a dos velas que... a todo quisqui)

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  3. Yo creo que la cosa tendría que terminar así:

    Alec con Lena (indiscutible <3)
    Nicole con Robert (me encantaría a decir verdad)
    Campbell con el Dr. (Jin creo que era)
    Amy con una estaca en el corazón
    Flor con... ¿? ¡No sé! ¿Con un repollo? XDDDDDDD
    Yelly teniendo un lío incestuoso con su hermano, este la desvirgará y por eso no podrán sacrificarla. YEAH. XDDDDDD

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  4. xD Vale, lo admito, me molan tus finales (el de Amy me hace especial gracia y eso que no la odio). pero yo ya tengo previsto cómo acaba todo... muajajajaj

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  5. Nicole otra veez?? pues que no tome por costumbre ir besando a MI hombre que lo que hizo jack el destripador el va a parece una peli disney en comparación con lo que pienso hacer
    e--e
    Coincido total y completamente con Gaby, ya que Campbell no va a estar con el, Lena si o si! y lo sabes ¬¬
    por todo lo demás un gran capi ;)
    tuya en el fanatismo, la chica gamba

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